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Mostrando entradas de enero, 2017
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Escribimos la última página de aquel verano, los días terminaban. Echaba de menos no respirar aquella paz y aquel olor que bañaba mis emociones en tranquilidad. Me gustaba sentir la espuma por todo el cuerpo, sentía que el mundo era mío y nadie podía quitarme aquel pedacito que me pertenecía.  Allí me enamoré, gracias a aquel mar, a sus olas, a su forma de acariciar mis veranos. Era tan especial lo que sentía por aquel chico que cada día acudía a aquella playa para sentir que estaba cerca.  Sonaba a cuento, pero era tan emocionante saber que estaba allí y que nuestras miradas coincidirían en cualquier momento. Parecía una niña, pero solo yo estaba enamorada, el era unos años mas mayor, pero nunca perdí la esperanza...  Tarde o temprano llegaría un nuevo verano...
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La canción de aquella caja de música, revolvía en mi interior, las veces que deseaba huir,  pero el compromiso que tenía aquí me lo impedía. Aceptaba mis errores pero aunque nunca llegué a comprender porque los repetía, nunca me lo perdoné. Era evidente que sufría un estado de incomprensión, nadie parecía entenderme y no era capaz de pedir ayuda. Volví a abrir aquella caja de música, nunca supe que escondía ni que significaban aquellas notas de su melodía, solo sabía que era un recuerdo y que tenía el poder en mis manos para saber si tenía un mensaje para mí. Fui a buscar la solución a aquel bosque, donde un día mi madre me cantaba aquella canción. Allí estaba ella. Me senté a su lado e impedí dejarla ir antes de decirme que significaba. Puso su mano sobre la mía y mirándome a los ojos, me dijo que siempre me entendió, aunque por su enfermedad pareciera todo lo contrario. Me acarició la cara y me explicó cual era el significado. Nada era eterno en la vida, pero todo ser ...
Resultaba tan interesante escuchar su voz, era tan frágil aquel silencio que guardaba, que ahora que sus ojos me dan la espalda, rompo a llorar y creo la duda de si era verdad que todo lo que amamos se hace eterno. Como cuando besas por primera vez la felicidad  y mantienes reservada la huella del recuerdo. Quise entenderlo y no llegaba a comprender porque el tiempo me había tratado tan mal y había ocasionado una grieta en mi autoestima. Que intranquilidad! Que desilusión! Que torpe fui con el destino, que abrió en mi camino una frontera de problemas que esquivar. No encontraba su voz por ninguna parte y quise mirar más allá, sin valorar que tan rápido me hablaba que tan rápido me envolvía en su silencio.