"TAZAS DE SEGUNDOS, RELOJES DE CAFÉ"

Querido yo, si tú, el que está encerrado entre esas cuatro paredes esperando que llegue el día en el que suene la sirena de salida, de nuevas oportunidades. Tú, el que anda confuso entre tanto miedo y frustración, ya queda menos para que escuches el motor de los coches a las ocho de la madrugada, la cafetera preparando tu solo con sacarina y la tostada integral. A ti, al que le falta menos para exprimir más momentos únicos, a solas y en buena compañía. A ti, al que se para a disfrutar de la entrada del mar en plena orilla, al que le gusta correr por la arena e imagina ser otra vez ese niño que cubrió de magia su infancia. Querido yo, si tú, al que le están brindando una nueva oportunidad para terminar las cosas que dejó a medio hacer, al que se le está regalando la ocasión de conocerse más, de conocerse mejor, de saber donde están sus límites y lo que puede llegar a ser capaz de aguantar. Un poco más, ya queda menos. Todos saben lo que es estar encerrado con una sola ventana por la...

En este mundo superficial prima el egoísmo y el desprecio. El no dar las gracias por lo que tenemos porque pensamos que nos pertenecerá eternamente. Nos comemos las pantallas dando por hecho que hemos mirado a los ojos tantas veces como recomienda la vida. Soltamos y rompemos en pedazos ilusiones con patas que quieren jugar en el parque, cafés que quedan en el aire, promesas de un domingo comiendo paella con papá y mamá. Cortamos por la mitad las cartas antes de enviarlas, mensajes que nunca se leen porque nos han hecho cobardes. Somos seres inoportunos que dejan al margen preocupaciones y palabras de agradecimiento para más tarde… y siempre pasa, siempre se hace tarde. No nacimos para ser correctos, no nacimos para ser guerreros sin batallas por las que pelear, por las que romper los límites. Hemos nacido para ser ahora, para ser instantes, para compartir. Seres nacidos para girar pomos, para ensuciar publicaciones de compañeros de vida con comentarios con los que te ríes, per...

Fuimos la envidia de todos. Fuimos cañón capaz de partir las piezas de un piano, el rompeolas de nuestros "no aniversario".  Empecé a creer en ti, en la oscuridad del verbo amar. Creí en ti, en el derecho "a ser feliz", creí en tus idas y venidas y en todos esos gritos que anteponías para decirme que locura se llamaban tus días y que eras el héroe de todas las batallas por las que luchaste y de las que no saliste intacto. ¡Nunca más! Me repetí hasta la saciedad. Nunca fue el acuerdo y nunca, se selló en mi mente dejando espacio para mis a veces, sin ahora, pero con siempre.  Utilicé mis deseos para que volvieses, para ser calma ante las tormentas que estuvieron de más. Fui sensación, necesidad, regreso... pero me cogiste de la mano y me perdí, hasta que dejó de ser derecho buscarte y empezó a ser obligación dejarte ir.