"LOS RECUERDOS DESPLOMADOS SON TORRES QUE NUNCA ESTUVIERON EN PIE"
No solo era piel y miradas, no solo era el rincón donde habitaba el orgasmo. Sus ojos, el sabor a domingo en pleno amanecer. Era el compás de un vals a destiempo, la maquinaria del alma intentando abrazar al cuarto menguante de la luna. Era imparable, el alentador perfecto. Era lienzo sin tocar, la luz del faro en cualquier noche de verano. Siempre decía que, si eras capaz de escuchar el silencio, serías la cura ideal para regalarle latidos a un corazón que creía estar desbordado.