"si quieres la rosa, tienes que aceptar la espina"

Sonó el teléfono y mientras por el otro lado me hablaban, yo mantenía un silencio acompañado de suspiros que decían todo lo que pensaba.  Me moría de ganas por chillar lo que sentía y correr tras él. Pero tenía miedo de que me dijera que había sido un error. Como cada noche me decía, cuando llegaba borracho y decidía machacarme diciéndome que pensara como quería morir en un... Breve futuro... Me pegaba, pero aún así le quería. Tenía ganas de vivir con él lo mismo que otras parejas, salir a pasear y que no se quedaran mirando por los moratones que tenía en la cara, sino por la felicidad que desprendíamos. Pero él no quería. Se iba de madrugaba y hasta pasadas las doces de la noche no regresaba. Me dejaba encerrada, debía tener la comida hecha por si decidía venir a casa a la hora de comer. Era celoso, tenía que admitirlo, no quería que me acercara a ningún hombre, ni tan siquiera al panadero, que cada día pasaba por casa a dejar las baguettes que tanto nos gustaban.  Una mañana me levanté, tenía que poner la lavadora, y en el bolsillo de su pantalón encontré el número de una mujer, supongo que sería alguna compañera del trabajo, lo extraño es que su camisa blanca, olía un perfume que no era el mío. Quise ignorar esos detalles, pero no pude y le pregunté... Era de imaginar, sospechar de él era un precio muy caro a pagar, significaba una huella más sobre mi piel. A la mañana siguiente él se fue a trabajar y se olvidó de cerrar la puerta de casa con llave. Escuché el timbre y fui corriendo a ver quién era...  Era el famoso  panadero, que vio que se marchaba y paró a preguntar por mí. Era muy simpático, pero no quería que mi novio lo viera por ahí, no quería otro día más en comisaría, rodeada de policías intentando que dijera el porqué de mis moratones.  Le dejé pasar, mientras me perdía en su mirada, me transmitía mucha paz y tranquilidad, quizás era lo que necesitaba. Antes de marcharse, me dedicó unas palabras:
"No dejes en blanco una página de tu libro porque hayas tenido un mal día. No desgastes tinta de tu bolígrafo azul para tachar lo que un día te hizo sentir especial. Calcula bien las hojas que te quedan para resumir la gran historia que es tu vida. Apunta el nombre de los hijos que quieres tener... Pero sobre todo no te olvides de recordarte a ti misma lo mucho que vales. "
Y después de decirme todo eso  se fue, después de despedirse con un beso y un adiós sin decirme cuando volvería. Esa misma noche, escribí en mi libro, la última página en blanco. Necesitaba escribir lo que sentía y lo que necesitaba. Era él o yo.
Cuando llegó a casa, me dio un beso y me regaló una rosa artificial perfumada. Entré en la cocina y puse a calentar el agua en la olla exprés.  Salí al salón y le dije que mirara el agua, que quizás había que apartarla del fuego, pero lo que no sabía que la olla iba a explotar, con él en el interior de la cocina. Era él o yo, él o yo. Y me fui, en busca de un libro nuevo, donde empezar a escribir mi nueva vida.


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