Cuánto camino teníamos
recorrido, cuántas promesas habíamos dejado muertas en el camino. Cuántos te
quiero pronunciados sin sentido.
Que locos estábamos y que
compasivo era el alcohol en aquel momento. Desagradecido, egoísta.
Se me ocurrían tantas
cosas que decirle, pero me atragantaba con la culpa y el error, recordando la patética
persona en la que me había convertido. Qué decepción. ¿A que recurriría yo para
un buen método de autoayuda? Aquel desastre había hecho estragos en mi
autoestima y volví a acariciar aquella copa.
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