Dejé la puerta abierta,
pero el viento la cerró. Como cada día, esperaba su llegada en mi ventana, pero nunca
apareció. Tenía la esperanza de que cualquier día, sus abrazos envolviesen en
un mundo paralelo el miedo que creaba aquella soledad. Era absurdo, ya que cada
noche visitaba su tumba a la espera de que me llevara con él. Lo había perdido para
siempre y no era capaz de sobrevivir con aquella angustia. Volví a abrir la puerta
y ni siquiera el viento la cerró, sabía
que era inútil, estaba sola y debía
asumir su pérdida...
Pero no quería... Cerré la
puerta mientras el último rayo de sol se apagaba. "Tan inocente el destino, que jugaba a ser amigo del fuego"
No estaba segura de querer hacerlo, apartarte y alzar la mirada como si nada hubiera pasado. No sabía que ocurría, ni siquiera sabía si era yo quien estaba cruzando el límite, o es que había cambiado de escenario. Dolía tanto, que en cenizas había convertido cada amanecer. Las cartas seguían bajo la almohada, los abrazos sobre el cristal roto y el escozor del presente como quien rocía con alcohol la herida en llamas. Era extraño como el reloj hacía esos paréntesis sin advertirnos que subiría la marea. Como las agujas sembraban el dolor en la mirada y jugaban a ser inocentes desde el rincón del desastre. No podía dejártelo más claro, no sabía como amarrarte y dejar que el invierno cortara por la mitad el sexto sentido que con tanta delicadeza tatuaste sobre mis hombros. https://www.youtube.com/watch?v=YykjpeuMNEk
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