Dejé la puerta abierta, pero el viento la cerró. Como cada día,  esperaba su llegada en mi ventana, pero nunca apareció. Tenía la esperanza de que cualquier día, sus abrazos envolviesen en un mundo paralelo el miedo que creaba aquella soledad. Era absurdo, ya que cada noche visitaba su tumba a la espera de que me llevara con él. Lo había perdido para siempre y no era capaz de sobrevivir con aquella angustia. Volví a abrir la puerta y ni siquiera  el viento la cerró, sabía que era inútil,  estaba sola y debía asumir su pérdida...
Pero no quería... Cerré la puerta mientras el último rayo de sol se apagaba. 




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