"TAN FÁCIL COMO QUEDARSE SIN DECIR ADIOS"
Y ahí estaba ella,
haciendo de las suyas, riéndose de mí mientras calentaba la comida a fuego lento.
Me observaba, estaba inquieta. Puso su mano sobre mi hombro y soltó una
carcajada con una pizca de ironía.
Era la única persona capaz
de abrazarme con tanto calor que hasta el sol la envidiaba. Enredaba sus dedos
en mi pelo mientras jugaba con mis rizos. Sus cosquillas ponían mi vello de
punta.
La comida ya estaba
caliente, serví un plato para cada una. Me senté, se acercó y me sopló en el
oído. Me decía adiós mientras salía por la puerta, rompí a llorar mientras la
comida se enfriaba.
Había muerto hacía hoy un
año. Cada día venía a visitarme para sentir que me cuidaba, para que supiera
que nunca me había abandonado, que cuando el sol se escondía, reunía a las
estrellas para que cada pesadilla se fundiera en un minuto más de fuerza.
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