¿Y qué te dijo cuando quisiste borrar de aquel libro la huella que marcó un antes y un después? Que me seguía queriendo. Ni siquiera había caminado sobre mí, ni siquiera había detenido un segundo el tiempo para pensar si era su punto de equilibrio, pero sabía que si lo soltaba, nuestro mundo se desmoronaría. Estaba segura de que me quería, pero tampoco quería vivir soportando un golpe en la cara y más tarde escuchar que era su otra mitad. Una casa llena de rosas ¿Para qué? ¿Para luego enterrarme con ellas? Pero le seguía queriendo. Sabía que debía cortar aquella relación tóxica de alguna forma, pero tenía miedo y nadie podía escuchar cuantas veces pedía ayuda en silencio y mírame ahora... Rodeada de gente dándome el último adiós.
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Mostrando entradas de febrero, 2017
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Confundí sus te quiero con traiciones que ya me habían traído suficientes dolores de cabeza, pero no estaba preparada para escuchar otro adiós. Éramos agua y corríamos el riesgo de inundar nuestros recuerdos en reclamos y rencores absurdos, pero sabía que aquel tsunami partiría en dos nuestras vidas. Le invité a recordarme cada vez que hiciera falta, mientras vaciaba mis ojos rozando nuestras manos al despedirnos.
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Cuánto camino teníamos recorrido, cuántas promesas habíamos dejado muertas en el camino. Cuántos te quiero pronunciados sin sentido. Que locos estábamos y que compasivo era el alcohol en aquel momento. Desagradecido, egoísta. Se me ocurrían tantas cosas que decirle, pero me atragantaba con la culpa y el error, recordando la patética persona en la que me había convertido. Qué decepción. ¿A que recurriría yo para un buen método de autoayuda? Aquel desastre había hecho estragos en mi autoestima y volví a acariciar aquella copa.
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Dejé la puerta abierta, pero el viento la cerró. Como cada día, esperaba su llegada en mi ventana, pero nunca apareció. Tenía la esperanza de que cualquier día, sus abrazos envolviesen en un mundo paralelo el miedo que creaba aquella soledad. Era absurdo, ya que cada noche visitaba su tumba a la espera de que me llevara con él. Lo había perdido para siempre y no era capaz de sobrevivir con aquella angustia. Volví a abrir la puerta y ni siquiera el viento la cerró, sabía que era inútil, estaba sola y debía asumir su pérdida... Pero no quería... Cerré la puerta mientras el último rayo de sol se apagaba.